Ande perdido en un laberinto de tristeza, di pasos en falso, en encrucijadas
y crucigramas engañosos, cantos de delfín, pesadillas, enredos y cuentos malos.
Y en alguna embriaguez me pregunte yo, soy yo y no soy, perdido en un
paisaje gris, del porque sí, del porque no, mientras solo dibujaba lagrimas en
el espejo.
Abrí un cuaderno nuevo, empecé a escribir, y en el aparecías tu.
Me dije voy, y me conteste espera. Ahora engañamos a la tristeza.
Por eso te elijo mi cómplice, para el resto de mi existencia.